Tiempo de lectura: 7 minutos
Retoques mínimos pero que implican cambios muy significativos. Y lo que todos los pacientes piden: que quede natural, lo más natural posible. “Son cambios sutiles y nadie lo nota, pero al mismo tiempo logran ese efecto tan positivo que las demás personas notan algo distinto y se lo comentan, con frases del estilo ‘pero qué bien te ves, la verdad es que tenés mejor cara’”, dice el médico estético Lisandro Farollch sobre la rinomodelación, un procedimiento que tiene una alta tasa de satisfacción y con el que se logran muy buenos resultados, sin tener que pasar por el quirófano.
“Lo que intentamos, básicamente, es hacer cambios sutiles en tres puntos: la raíz nasal, que está justo ahí entre las cejas. Levantamos también un poquito la punta y, luego, mejoramos el ángulo entre la nariz y el labio abriéndolo ligeramente, ya que muchas veces cuando la nariz está muy caída es cuando tenemos ese ángulo más cerrado -explica Farollch, que forma parte del equipo docente de Eimec-. Son cambios sutiles y difíciles de percibir, pero hacen al todo en el cual la paciente se encuentra mucho mejor, e incluso se lo comentan”.
El Dr. Lisandro Farollch en una formación personalizada de rinomodelación.
Los cánones estéticos cambian con el paso del tiempo, y las premisas que mandaban en la década de los 90 no son las mismas que dominan actualmente en el consultorio. “El conocimiento, las técnicas y los procedimientos evolucionaron muchísimo. Antes no se tenían en cuenta las proporciones ni la armonía. No había una mirada individual del paciente, pues todos los labios se hacían iguales y todas las narices también. En los 90 se prefería esa nariz muy pequeñita, muy respingona y daba igual que tuvieras un rostro grande o delgado, una mandíbula más ancha, ojos pequeños o labios grandes. El modelo para las rinoplastias se repetía en serie, entonces a veces coincidía con las proporciones del resto de la cara, pero la mayoría de las veces era desproporcionada, por tanto era una rinoplastia de la que todo el mundo se daba cuenta”.
Ahora, dice el experto, se evitan esas narices híper pequeñas y respingadas, y la tendencia se inclina por tabiques más rectos y con una pequeña elevación de la punta. “Pero siempre muy sutil, ya que se prefiere una nariz más acorde con el resto de la cara, armoniosa en el conjunto. Por eso, justamente, se evita esas narices hiper pequeñas, hiper respingadas, que realmente representan más la nariz de un niño que de un adulto”.
Respecto a la cantidad de pacientes que llegan al consultorio interesados en una rinomodelación, los porcentajes entre mujeres y hombres son de un 70 y 30 por ciento respectivamente. “Hace 20 años, cuando empecé en la medicina estética, las mujeres representaban el 95 por ciento. La proporción de hombres ha ido creciendo muy lentamente pero de forma continua”, señala Farollch.
La medicina estética dejó de ser algo estigmatizante desde hace ya mucho tiempo, en la cual -como dice Farollch- se miraba de reojo a una persona que se había sometido a un tratamiento, fuera simplemente un retoque estético o una cirugía de mayor complejidad. Ahora, en cambio, dominan los procedimientos poco invasivos. “Pequeñas mejoras que el hombre y la mujer aceptan como algo más natural; simplemente mejoramos, no se trata de cambiar radicalmente”, asume el especialista.
La Dra. Zainela Laborde, directora de EIMEC, practicando una rinomodelación.
A diferencia de una cirugía estética, la recuperación luego de una rinomodelación es casi inmediata. Se trata, insiste Farollch, de un procedimiento seguro, rápido y con una alta tasa de satisfacción. “Te pinchas la nariz, sales y vas a trabajar, vas a una cena, a una comida con amigos sin problema. En cambio, en una rinoplastía los tiempos son diferentes. Hay una recuperación posterior, el postoperatorio, que suele ser un poco molesto y algo doloroso. Te pones morado y hay que andar dando explicaciones. La verdad es que, gracias a esta práctica, se han ahorrado muchas cirugías”.
La rinomodelación como tal, dice Farollch, comenzó a implementarse desde hace unos 15 o 20 años. “Hace casi dos décadas que empezamos a tratar las narices de esta manera, pero tomó mayor auge hace unos 5 años, quizá un poco más. Creo que las redes sociales también hicieron su trabajo, con una gran difusión que llamó la atención de la gente más joven. Por eso, cada vez más recibimos consultas desde los 16, 17 y 18 años en adelante. Hace casi una década, solo consultaba gente mayor, con el principal objetivo de tratar los signos de envejecimiento”.
Si bien la tasa de complicaciones asociada a esta técnica es baja, pueden surgir complicaciones, como en todo proceso médico, estético o quirúrgico. “La nariz es una zona bastante complicada porque tiene una circulación terminal. Es en esa zona justamente donde termina toda la circulación de la cara, de las ramas que van hacia la nariz -sintetiza el especialista-. Y es una circulación fina y en forma de ovillo. Por tanto, puede haber compresiones con necrosis o zonas deprimidas debido a una necrosis previa. Además, lamentablemente, malas praxis como consecuencia de procedimientos incorrectos y resultados antiestéticos”, concluye.
Según datos recopilados de la industria, la aplicación de rellenos inyectables con fines estéticos es el segundo procedimiento no invasivo más realizado después de la infiltración de toxina botulínica. Por eso, la rinomodelación con rellenos se convirtió en una alternativa a la cirugía estética nasal, con beneficios en cuanto al costo, riesgo, complicaciones y tiempo de recuperación.