Estimuladores de colágeno: cuando la clave está en la firmeza de la piel y no sólo en la meta de “llenar las caras y los huecos”

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Tiempo de lectura: 6 minutos

Uno de los beneficios de trabajar con la estimulación de colágeno es que es un tratamiento a largo plazo, con duraciones de entre 12 y 18 meses; las advertencias en su aplicación, los efectos secundarios y la importancia de los protocolos.

A partir de los 30 años su producción cae en picada. Hay más, porque no solo se reduce la cantidad que el cuerpo fabrica, sino que también comienzan a peligrar los depósitos que se almacenan. Sí, se trata del colágeno, una de las proteínas responsable de la firmeza de la piel, la elasticidad, la luminosidad y que también juega un papel clave en su hidratación. Por eso, los inductores de colágeno son uno de los tratamientos que, según los expertos en medicina estética, no deberían faltar dentro del portfolio de los pacientes.  

Los estimuladores de colágeno son aquellas sustancias o elementos que le permiten al propio cuerpo desencadenar una mayor producción de colágeno -explica el doctor David Bentué, experto en tratamientos faciales e integrante del equipo de formación profesional de EIMEC-. Se utilizan en los pacientes para que los niveles de colágeno en la capa superficial de la piel no solo se mantengan sino que también aumenten. ¿Con qué fin? Pues evitar sobre todo la flacidez y dar estructura a la piel”. En otras palabras, la presencia de colágeno hará que la piel se esfuerce menos en batallar contra el paso de los años, que adquiera mayor grosor y se vea más luminosa. Además, son aliados en dermatología para tratar marcas de acné y hasta arrugas.

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Alumnos aplicando inductores de colágeno en CEMEF23.

Tipos de inductores y sus características

Hay varias sustancias que estimulan el colágeno. La más común es la hidroxiapatita cálcica; luego tenemos el ácido poliláctico, también la policaprolactona y los polinucleótidos -enumera Bentué-. Estas sustancias se pueden combinar con otros elementos dando resultado a diferentes productos, pues entre ellos están el Radiesse, Ellansé, Harmonyca, Lanluma, o lo que ahora se llama Fillers”. Todos, insiste el especialista, máster en medicina estética por la Universidad Complutense de Madrid, son diferentes productos de distintos laboratorios que incluyen estimuladores de colágeno, pero siempre en combinación con alguna otra sustancia. “No existe en el mercado ningún estimulador de colágeno que vaya libre -advierte Bentué-. Al final, los estimuladores de colágeno los mezclan con otras sustancias”.

¿Cuál es la historia de estos productos? “Es cierto que los ácidos hialurónicos siempre han estado más extendidos en cuanto a su uso -reconoce Bentué-. El ácido hialurónico siempre ha sido más seguro y más fácil de utilizar. Pero desde hace ya más de 10 años que en medicina ascética se emplean los estimuladores de colágeno. En los últimos dos años han salido nuevos productos, y cada vez más seguros, con más indicaciones, con más protocolos. Y eso ha favorecido su aplicación”. 

Con respecto a la reputación de los inductores de colágeno, Bentué no duda en afirmar que siempre ha sido buena. Sin embargo, advierte: “El más usado hasta hace dos años, que era Radiesse [que combina la hidroxiapatita cálcica con con carboximetilcelulosa], es un producto que siempre ha estado sujeto a algunas complicaciones, algunas veces irreversibles. ¿Qué quiere decir esto? Cuando yo tengo una complicación con ácido hialurónico, la mayoría de las veces tengo un antídoto, que es la hialuronidasa, y resuelvo el problema. La hidroxiapatita no tiene antídoto como tal, con lo cual ha habido una época en la que se utilizaba menos por miedo a la falta de soluciones en el caso de una complicación”.

Protocolos estandarizados y manos expertas

Mal aplicada, o donde no corresponde o en cantidad equivocada por un diagnóstico incorrecto, un estimulador como puede ser la hidroxiapatita cálcica puede tener una complicación -aunque en un pequeño porcentaje-, como son los nódulos”, sostiene el experto. Y en este sentido, señala el avance en la estandarización de los protocolos. “Como en todos los sectores de la medicina estética, hemos logrado en los últimos cinco o seis años una mayor estandarización. Ahora ya no pinchamos porque creemos que va a funcionar, pinchamos porque sabemos que va a funcionar. Existen protocolos de dosificación, de zona, de técnica, con lo cual se han estandarizado todos los procedimiento, y actualmente hay muy buenos protocolos para los estimuladores de colágeno”.

Como cualquier tratamiento, repite Bentué, los estimuladores de colágeno no están exentos de alguna complicación o de que el resultado no sea como el médico o el paciente esperaban. “Puede haber, por ejemplo, una baja respuesta de estimulación de colágeno. Aunque también es verdad que, recientemente, los últimos estimuladores que han salido productos con muy baja tasa de efectos secundarios. Uno de ellos es Harmonyca -que es un híbrido que lleva la hidroxiapatita cálcica mezclada con hialurónico-, o los polinucleótidos -de gran capacidad regeneradora-. Son productos muy seguros para su uso, y no ha habido complicaciones. La clave está en utilizar una buena técnica y tener un buen diagnóstico”.

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El Dr. Bentué en el curso de Anatomía Aplicada a la Medicina Estética CAAME.

“No sólo llenar las caras y los huecos”

En definitiva, todos son productos biodegradables, biocompatibles y seguros si se utilizan de manera adecuada. Se aplican con cánula o aguja y se eliminan completamente con el paso del tiempo. Pero hay que tener en cuenta que se necesitará que pase al menos un mes para ver los resultados, ya que es el tiempo aproximado que necesitan los fibroblastos para producir colágeno. “Hoy tenemos muchas vías de estimular colágeno, y es un tipo de tratamiento que tiene que estar dentro del portfolio recomendado a los pacientes -sugiere Bentué, y concluye: “Es muy importante no sólo llenar las caras, no sólo llenar huecos. Uno de los beneficios de trabajar con la estimulación de colágeno es que es un tratamiento a largo plazo. Estamos hablando de duraciones entre 12 y 18 meses”. 

En resumen, remata Bentué, la mejor combinación en un paciente sería la aplicación de neuromoduladores (toxina botulínica) en el tercio superior, estimuladores de colágeno para tercio medio y ácido hialurónico en el tercio inferior.

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