¿Cuál es el tipo de ácido hialurónico indicado para tratar cada tejido?

Tiempo de lectura: 10 minutos

De acuerdo con el grado de reticulación se obtendrán productos más o menos densos, moldeables y resistentes

Tiene un alto poder de hidratación, es capaz de estimular la producción de colágeno en la dermis y contribuye, en consecuencia, a mejorar la elasticidad de la piel. El ácido hialurónico (AH), como un producto sintético, biodegradable y biocompatible (y derivado de ácido hialurónico no animal) es utilizado en medicina estética para una serie de tratamientos que van desde la hidratación hasta el aumento de labios o el reposicionamiento de los volúmenes perdidos. Sin embargo, y gracias al proceso de reticulación, actualmente existen en el mercado diferentes tipos de ácido hialurónico que son adaptables según el tejido que haya que tratar. 

Como explica la doctora Martha Napoleone, integrante del equipo profesional de EIMEC y especialista en Medicina Estética Facial Regenerativa, “el proceso de reticulación consiste en crear unos enlaces entre varias cadenas de ácido hialurónico -el cual en su forma pura es formado por cadenas lineales y, por lo tanto, se presentaría en forma líquida- con un producto sintético llamado butanodiol diglicil etere (BDDE) alcanzando finalmente un producto en forma de gel. “De acuerdo con el grado de reticulación se obtendrán productos con diferentes características reológicas [la reología es a ciencia que estudia el comportamiento del ácido hialurónico en un tejido a través del estudio de la elasticidad, la viscosidad, la captación de agua y la centración de AH/mL, entre otras]; es decir, productos más o menos densos, moldeables y resistentes”. En otras palabras, esto significa que existe un mayor abanico de posibilidades a la hora de inyectar el producto para un determinado plano anatómico. Además, agrega la experta, la elección va de la mano no solo de la zona a tratar sino del resultado que se busca.

Por eso, insisten los especialistas, realizar una valoración previa de cada paciente es un paso clave. “El diagnóstico debe estar enfocado en la anatomía y la fisiopatología del envejecimiento. Por ejemplo, para el reposicionamiento de volumen, el plano anatómico a tratar será un plano profundo supraperiostio, por lo cual se deberá utilizar un ácido hialurónico de elevada reticulación. De esta manera, se garantiza soporte, firmeza y más durabilidad -señala Napoleone-. En el caso de tratar áreas de mayo movilidad, como por ejemplo pueden ser los labios, en donde además se tiene que trabajar en plano superficial, el producto seleccionado será un ácido hialurónico de mediana o baja reticulación para asegurar una mayor moldeabilidad y adaptación con el tejido”. 

Ojeras y arrugas finas

Para tratar las ojeras, en cambio, será fundamental elegir un producto apto específicamente para esta área anatómica. Y en el tratamiento de redensificación subdérmica, hidratación y tratamiento de arrugas finas, la elección del producto irá más hacia un ácido hialurónico de baja reticulación, siendo el plano de inyección más superficial. 

 

-¿Hay consenso en los protocolos de aplicación? 

“En líneas generales, sí -dice Napoleone-. Es ya una regla básica para los médicos estéticos realizar tratamientos que se enfocan en la anatomía del rostro con un abordaje protocolizado. Esto se basa en una división funcional del rostro, que implica un inicial soporte a una porción posterior a una línea definida de ligamentos de retención, la cual se define porción fija, y posteriormente un abordaje de la porción media a esa línea (porción móvil) para proyectar”. Además, agrega Napoleone, cada vez más se trabaja con técnica de multicapa en diferentes planos anatómicos y con diversos tipos de ácido hialurónico, según el principio de envejecimiento facial, que es un proceso multifactorial que involucra todas las estructuras que lo caracterizan.

En cuanto a las complicaciones derivadas de estos procedimientos no quirúrgicos con AH, la especialista advierte que puede haber efectos no deseados y riesgos, como sucede en cualquier tipo de tratamiento. “Todo procedimiento tiene su riesgo. Afortunadamente, complicaciones graves como isquemia o necrosis del tejido por compromiso vascular debido a infiltración directa en arteria, o por compresión, no son muy frecuentes. Pero sí son posibles”, afirma.

Las complicaciones más frecuentes, describe, están dadas por la formación de nódulos o Efecto Tyndall por inyección en un plano no adecuado (generalmente superficial), migración del producto, granulomas o inflamaciones tardías. “Por eso es importante que cada médico estético tenga un conocimiento exhaustivo de la anatomía y fisiopatología del envejecimiento, así como de las características de los productos que se emplean para escoger el más adecuado para determinado plano anatómico y tejido”. También, sugiere Napoleone, es fundamental una buena comunicación con el paciente previo al tratamiento, la firma del consentimiento informado y, sobre todo, realizar un seguimiento del paciente al igual que sucede en las distintas prácticas médicas de otras ramas de la medicina. 

“El paciente debe saber y sentir que se está tratando con un profesional calificado, certificado y que ha estudiado para esto”, concluye la experta.  

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